Artículos de mi tío Juan Luís
miércoles, 4 de agosto de 2010
El Obispo navegante.
sábado, 31 de julio de 2010
La comunicación
Colocamos aquí el Tema I del “MARCO DOCTRINAL” para la comunicación social. Fue publicado por el Área de Comunicación social de la Conferencia Episcopal de Chile en 1997. Fue elaborado por Mons. Ysern, en gran parte seleccionando textos de otras publicaciones o ponencias suyas. La edición está agotada. No obstante puede verse en GOOGLE, buscando en “Marco Doctrinal comunicación social. Encuentro Nacional Chile”. Puede verse también el “Marco Doctrinal de ARCA” y “Aclaración sobre diversos puntos” (del Marco de ARCA)
TEMA 1
La comunicación
a) En los documentos de la Iglesia
Es frecuente entender por comunicación la descripción del proceso de transmisión del mensaje desde el emisor hasta el receptor con los pasos intermedios de codificación y descodificación.
Este concepto ha sido cuestionado desde el campo filosófico y antropológico. La Iglesia también lo ha cuestionado.
En Mensaje del Papa Juan Pablo II para la XVII Jornada Mundial de las comunicaciones Sociales (año 1983) dedicado a "La Promoción de la Paz" el Papa decía que se tenían "que repensar los principios fundamentales y las finalidades que han de presidir la comunicación social, en un mundo que ha pasado a ser como una familia y donde el legítimo pluralismo ha de quedar asegurado en una base común de consenso en torno a los valores esenciales de la convivencia humana" (Mensaje de 1993 - n.2)
Con esto, en cierto modo, el Papa nos urgía a reflexionar según la dirección que ya anteriormente había señalado la Pontificia Comisión para los Medios de Comunicación Social en la Instrucción Communio et Progresio, de fecha 18 de mayo de 1971. Allí vemos lo siguiente:
"...la comunicación lleva consigo algo más que la sola manifestación de ideas o expresión de sentimientos. Según su más íntima naturaleza es una entrega de sí mismo por amor.." (C et P. n. 11).
Posteriormente, esta misma forma de entender la comunicación es ratificada por Aetatis Novae y dice que esta presentación de las comunicaciones es:
"... como una vía hacia la comunión".(Ae.N. n.6)
Al mismo tiempo, en los documentos latinoamericanos de la Iglesia encontramos algunos elementos que ayudan a profundizar este concepto de comunicación.
"La evangelización, anuncio del Reino, es comunicación" (Puebla 1063)
"La comunicación como acto social vital nace con el hombre mismo" (P. 1064)
"La Evangelización, anuncio del Reino, es comunicación, para que vivamos en comunión.......Cada persona y cada grupo humano desarrolla su identidad en el encuentro con otros....Esta comunicación es camino necesario para llegar a la comunión. (Santo Domingo 279).
b) Comentario
Para explicar qué entendemos por comunicación voy a repetir lo que ya dije en otra publicación introduciendo algunas correcciones y agregados.
1. ¿De qué Comunicación estamos hablando?
El texto que comentamos comienza en el n. 279 repitiendo una frase ya dicha en Puebla: “La Evangelización, anuncio del Reino, es comunicación” (Puebla 1063), a la que Santo Domingo ha añadido: “para que vivamos en comunión”.
Vamos a detenernos en esta primera cláusula, porque hay en ella tres elementos básicos que nos hacen ver cómo se entiende aquí la comunicación, su dinámica misma.
Los tres elementos son:
Anuncio del Reino
comunicación
y comunión
Aunque aquí se nos habla del “Reino”, vamos a hacer nuestro primer análisis en una dimensión solamente antropológica. Posteriormente ya lo veremos en su dimensión teológica.
Ahora, para la mirada antropológica, nos basta considerar el Reino como “misterio”. El anuncio del Reino, lo consideramos, de momento, como “anuncio del misterio”.
Claro está que la pregunta inmediata es: ¿a qué estamos llamando misterio dentro de la realidad antropológica? El misterio de cada persona es su interioridad. Ese mundo que se compone de las decisiones, de los anhelos, rechazos interiores etc. Ese mundo en el que nadie puede entrar para ver lo que es y, más aun, nadie puede mostrarlo a los demás para que lo vean.
Ese mundo de mis decisiones libremente tomadas, lo que yo quiero, está en mi interior, nada más, y por más esfuerzos que haga, yo no puedo hacer que los demás vean mi voluntad. Ese mundo es mi misterio. Además es lo más mío que tengo, es lo que o decido. Lo que está fuera de esa interioridad no depende tanto de mí, no es tan mío, aunque ciertamente pueda tomar decisiones que influyan, en cierto modo, sobre esa realidad que no es mi interioridad. Podríamos decir que cada persona, en la medida que más sabe desarrollarse como persona libre, más hace crecer su interioridad y mayor es “su misterio”.
Lo que acabamos de expresar puede producir una primera reacción muy negativa, puesto que alguien podría plantear que si no puede verse la interioridad del otro, entonces no le puede conocer. Nos diría: sólo puedo conocer lo externo, lo corporal, pero lo más profundo suyo, lo más suyo no lo puedo conocer. Por tanto, no puedo conocer a la persona como tal.
Desde luego, ésta es una objeción muy fuerte para aquellas personas que piensan que la única forma de conocer es la empírica, la científica, la forma que corresponde para el conocimiento de los objetos, los cuales no tienen interioridad, no esconden nada. Pero los sujetos son personas, y no objetos. Entramos en otro mundo.
El mundo de las personas es el de las relaciones personales y para que estas se den es necesario que cada uno actúe como persona y trate al otro como tal, lo que lleva consigo el uso de la libertad, esto es, de la interioridad.
Yo soy el dueño de mi interioridad y, aunque no puedo hacer que alguien vea mi voluntad, sí puedo decirle lo que hay en ella. Puedo manifestar mis decisiones. Mi voluntad no se ve, pero mis manifestaciones sí pueden verse y oírse. Esa manifestación es el “anuncio de mi misterio”. Es decir, esa manifestación es mi “revelación”. Revelo mi interioridad.
Esta revelación, en su expresión completa, tiene signos (los hechos) y palabras (los dichos) que se relacionan esclareciéndose mutuamente.
Si no almuerzo, quienes están conmigo pueden ver que no almuerzo y pueden pensar que no tengo hambre, que estoy enfermo, que quiero adelgazar... Ahora bien, si digo “estoy haciendo huelga de hambre porque han atropellado mis derechos”, estas palabras hacen ver el sentido de mis hechos. Por el contrario, cuando solamente hay palabras, pero no existen hechos, no se ve claro hasta dónde llega lo que realmente quiere quien habla, y cuando no hay coherencia entre los hechos y las palabras, se produce la desconfianza y la duda sobre la realidad interior de esa persona.
Pero el problema está más allá de la coherencia entre los “signos y palabras”. El hecho es que aunque una persona sea muy coherente en sus palabras y en sus signos, la verdad es que, a pesar de ello, yo me quedo sin ver realmente su interioridad y puedo pensar que su coherencia es debida a ficción, porque le interesa aparentar, etc. etc.
Estamos llegando al punto medular. La revelación de la interioridad es un obsequio, que se hace, por tanto, libremente, a quien uno quiere, porque quiere y cuando quiere. Pero este obsequio sólo puede ser recibido con otro obsequio. Es el obsequio de la confianza en el otro. Es creer en el otro y nada más, este es el “obsequio de la fe”. Es abandonarse en el que revela. Es otro obsequio de interioridad que se manifiesta al expresar la acogida.
La comunicación a la que aquí nos estamos refiriendo requiere dos actos libres: el acto de “manifestar” interioridad (obsequio de la revelación) y el acto de “acoger” la manifestación, el “creer en el otro” (obsequio de la fe). Comunicador es el que se revela y comunicador es el que cree, el cual al manifestar su fe se convierte en revelador y, a su vez, el primer revelador se convierte en creyente de la acogida brindada por el otro.
Por lo dicho, ya se entiende que no se puede llamar comunicación al acto en el que una persona manifiesta su interioridad sin decidirlo libremente. La persona que expresa sus decisiones porque la están torturando, o porque con diversos métodos psicológicos le “sacan” todo, ha dado una información, pero no ha hecho un acto comunicativo, no ha habido ningún obsequio. Al contrario ha habido un atropello. Tampoco hay comunicación cuando lo que se manifiesta, aunque sea libremente, es con intención de hacer daño. Eso no es camino de comunión.
Volviendo ahora a los tres elementos básicos a los que nos referíamos al comienzo diremos:
El “anuncio del misterio”, la revelación de la interioridad, es el primer paso del proceso comunicativo, entendiendo la “revelación” como acto libre, y está orientado a suscitar la “fe”, la cual solamente tiene sentido como acto libre, como obsequio del que acoge la revelación.
La comunicación es todo el proceso de revelación de una persona y fe en otra, u otras, que a su vez manifiestan su acogida. La comunicación es el camino para la comunión.
Podemos decir, entonces que la comunicación es el proceso (con hechos y palabras) por el que una persona hace revelación obsequiosa de sí misma a otra que acoge con el obsequio de la fe, produciendo así el encuentro entre ellas (la comunión). El proceso de información, con todo lo que lleva consigo (emisor-receptor, etc.) es necesario pero insuficiente.
La comunión es el resultado del encuentro producido por la acogida libre a quien libremente se manifestó.
Si voy con mi amigo y nos detenemos a ver la puesta del sol, es cierto que los dos hemos visto lo mismo. Incluso, al conversar después, si solamente expresamos lo objetivo, vamos a decir lo mismo: “a tal hora, entre aquella isla y aquella otra, el sol se puso en el mar”. esto es lenguaje objetivo, todo comprobable, es lo empírico. Aquí no hay comunicación, podemos intercambiar la información y reaccionar frente a ella y puede ocurrir que no me interese más. Pero tengo que darme cuenta que ese intercambio de información no es un encuentro de personas y que aunque la información es muy importante es insuficiente para el camino de la realización como persona.
Veamos. Si yo soy poeta y quiero obsequiar a mi amigo, después de la puesta del sol que hemos contemplado juntos, voy a expresar con un poema lo que, según mi sensibilidad, he producido en mi interior y voy a hablar de las nubes de oro y de sangre, mientras el sol se bañaba en el mar, que a su vez se hizo fuego con los reflejos etc. etc.. y con todas las imágenes que pueda voy a tratar de proyectar, esto es, de revelar mi interioridad. Después, mi amigo, para responderme va a hacer lo mismo. Pero como él es músico, su sensibilidad no le ha hecho ver el sol con nubes de sangre ni de oro. El lo ha vivido todo lleno de acordes armónicos y melodías contrastadas, que me las expresa tocando un instrumento musical.
Si los dos acogemos nuestras mutuas revelaciones, habremos producido la canción que supera a mi poema y que supera a las melodías de mi amigo. Esta canción es la convivencia, es la tarea permanente de cada día y que tenemos que construir entre todos. La comunicación así es responsabilidad de todos. No es simplemente un derecho, es una obligación.
Por el contrario, si yo no acojo al músico y me burlo de él pretendiendo hacerle creer que lo que vale es la poesía y que la música es una tontería, puede ocurrir que el músico reaccione con la misma actitud de suficiencia y peleemos. O también podría ocurrir que el músico se acompleje creyendo el desprecio que he hecho de la música por lo que intentará hacer poesía sin tener sensibilidad de poeta. Su poesía, por tanto, será mala y al recibir nuevas burlas se verá reducido a un cadáver ambulante. como músico, lo que él es, no es acogido y como poeta no vale. Yo he convertido a mi amigo en un cadáver mientras yo me emborracho en mi repugnante narcisismo. Así jamás habrá canción.
En un tratado sobre comunicación tendríamos mucho que decir a partir del planteamiento que hemos hecho de comunicación. No es el lugar para ello. No obstante quiero hacer alguna observación que considero importante para lo que tenemos que decir después.
1º- El hecho de "revelar" es un acto de entrega, es poner en ejercicio la "buena voluntad" que hay en el interior. Por ser donación, regalo, es gracia y el hecho de hacerse "gracia" hace crecer a quien la ejercita y estimula, además, al "agraciado" por el hecho de sentirse sujeto.
2º- Del mismo modo el "creer", el acoger al otro (su misterio) también hace crecer al que realiza ese acto de fe e igualmente estimula al "acogido" por el hecho también de ser considerado como sujeto (sujeto de confianza).
Es decir en la comunicación auténtica, los dos crecen, se enriquecen mutuamente y se estimulan a crecer más. En el ejemplo de la canción, el poeta, por el hecho de sentir que su poesía ha sido escuchada, él se siente acogido y, por sentirse sujeto para alguien, se siente estimulado a crecer, además de lo que creció dándose. Pero, al mismo tiempo, él es capaz de decirle al músico: "yo no entiendo de música pero vete tú a los conciertos.
Cuanto mejor músico seas tú, mejor será nuestra canción". Por su parte, el músico va a reaccionar igual y le va a decir a su amigo: "eso mismo te digo. Yo no entiendo de poesía pero vete tú a los certámenes literarios. Cuanto mejor poeta seas tú, mejor será nuestra canción".
Sabemos que en la realidad todo esto no es tan bonito. Nuestros bloqueos, nuestras desconfianzas, nuestra falta de "buena voluntad" y otras muchas dificultades hacen que la comunicación auténtica sea realmente algo costoso. Somos muy crueles al no entregarnos y al negar la acogida al que se entrega.
Es más, solamente en el cielo llegaremos a comunicarnos plenamente. Cuando nos veamos "tal como somos", cuando veamos nuestra interioridad y que de verdad tenemos buena voluntad, es decir cuando veamos sin necesidad de revelación alguna, directamente, cara a cara, que de verdad nos queremos, porque así veremos a dios mismo, entonces la comunicación llegará a su plenitud.
Es una realidad escatológica en la que ya vamos avanzando con esfuerzo. Cada uno experimenta dificultades para entenderse en su propia interioridad y con frecuencia no sabe cómo manifestarla adecuadamente para que el otro entienda bien.
2. El "anuncio del Reino"
Al comenzar el apartado anterior, hacíamos un traslado de planos, reduciendo "el Reino", a un plano puramente humano y a una sola dimensión del sentido de "misterio". Me parecía que era conveniente hablar de nuestra realidad y experiencia para poder aplicar después la analogía al referirnos a Dios, a quien sólo podemos conocer por analogía.
Era necesario, además detenernos un poco en el planteamiento que hemos hecho sobre comunicación, si queremos entender lo que se está planteando en Santo Domingo.
Volvamos a la primera frase del texto: "La Evangelización, anuncio del Reino, es comunicación", ya hemos dicho que hasta ahí, la frase es de Puebla (n. 1063).
Se trata del anuncio que hace el misionero a los hombres y mujeres de todas las épocas y de todos los pueblos. "Dios tiene buena voluntad para todos". "Dios está queriendo a todos, salvándolos en Cristo".
Esto es lo que de un modo u otro anuncia el misionero, el testigo que ha experimentado esa realidad y la conoce e invita a todos a participar en ella. El misionero se lo dice a todos y a cada uno en particular. "Dios te quiere a ti, en particular, y te llama".
Ahí se presenta San Juan: "lo que hemos visto y oído" "lo que hemos visto con nuestros
ojos, lo que hemos mirado y nuestras manos han palpado acerca del Verbo que es Vida"
(1 Jn. 1.2). Nosotros que hemos experimentado la Vida de Dios, su interioridad que se ha manifestado les anunciamos todo esto a ustedes para que vengan y lo palpen ustedes también, "para que vivan en comunión con nosotros, y nuestra comunión es con el Padre y su hijo Jesucristo" (1 Jn. 1.3)
En resumen, Juan nos está diciendo que Dios se ha manifestando y ha venido a vivir con nosotros y que nosotros podemos vivir con El. Juan se presenta como testigo que ha experimentado esta realidad. Creo que es importante añadir el versículo siguiente: "y les escribimos esto para que tengan alegría perfecta" (1 Jn. 1,4). Me parece que esta frase la podríamos decir hoy día de esta forma "les decimos esto para que lleguen a realizarse plenamente" o "para que lleguen a ser verdaderamente felices".
La comisión que hizo las primeras versiones del texto sobre comunicación quiso dar especial fuerza a esta figura del misionero que anuncia a todos "el Reino". Para ello había colocado en alguna de las versiones aquel texto de Isaías: "¡Qué hermosos son sobre las montañas los pasos del que trae la buena noticia, del que proclama la paz, del que anuncia la felicidad del que proclama "la Salvación" y dice a Sión: "¡Tu Dios reina!" (Is. 52,7) En el proceso desapareció esta cita.
Lo que es necesario tener presente es que además de plantear la comunicación sobre la dinámica de la revelación y la fe, se plantea, por ello mismo, como camino para la comunión. La misión (Evangelización) es para la Comunión y a su vez la Comunión es la fuente para la Misión. Tener la comunión como centro y núcleo para todo lo que se refiera de alguna forma a la comunicación, no sólo la evangelización explícita, sino la solidaridad, la convivencia, la cultura...da una fuerza especial a todo ello por lo que significa como refuerzo humanizador e, incluso, para el camino de santidad, como veremos después.
c) Algunas conclusiones
+ La comunicación solamente es posible entre personas, sólo las personas tienen interioridad con posibilidad de dar sentido y de regalar.
+ La comunicación, en cuanto requiere expresar la interioridad, le impulsa a cada uno a conocerse a sí mismo, si quiere comunicarse con sinceridad.
+ La comunicación, en cuanto es regalo libre, tiene mayor profundidad cuanto mayor sea la libertad interior de quien regala (libertad de miedos, de ambiciones, etc. sin el miedo de quien regala para liberarse de algo, sin la ambición de quien regala para obtener algún beneficio, etc. que conllevan un grado de búsqueda del propio interés).
+ La comunicación enriquece doblemente a la persona ya que, como ejercicio de donación, hace crecer en la capacidad de entrega, hace que el corazón sea más grande y, por otra parte, como acogida del aporte del otro, se adquiere algo nuevo.
La comunión es necesaria para la realización como personas. Nadie está hecho para la soledad. El encuentro profundo de las personas está más allá del encuentro de emociones o sentimientos.
TEMA 1
La comunicación
a) En los documentos de la Iglesia
Es frecuente entender por comunicación la descripción del proceso de transmisión del mensaje desde el emisor hasta el receptor con los pasos intermedios de codificación y descodificación.
Este concepto ha sido cuestionado desde el campo filosófico y antropológico. La Iglesia también lo ha cuestionado.
En Mensaje del Papa Juan Pablo II para la XVII Jornada Mundial de las comunicaciones Sociales (año 1983) dedicado a "La Promoción de la Paz" el Papa decía que se tenían "que repensar los principios fundamentales y las finalidades que han de presidir la comunicación social, en un mundo que ha pasado a ser como una familia y donde el legítimo pluralismo ha de quedar asegurado en una base común de consenso en torno a los valores esenciales de la convivencia humana" (Mensaje de 1993 - n.2)
Con esto, en cierto modo, el Papa nos urgía a reflexionar según la dirección que ya anteriormente había señalado la Pontificia Comisión para los Medios de Comunicación Social en la Instrucción Communio et Progresio, de fecha 18 de mayo de 1971. Allí vemos lo siguiente:
"...la comunicación lleva consigo algo más que la sola manifestación de ideas o expresión de sentimientos. Según su más íntima naturaleza es una entrega de sí mismo por amor.." (C et P. n. 11).
Posteriormente, esta misma forma de entender la comunicación es ratificada por Aetatis Novae y dice que esta presentación de las comunicaciones es:
"... como una vía hacia la comunión".(Ae.N. n.6)
Al mismo tiempo, en los documentos latinoamericanos de la Iglesia encontramos algunos elementos que ayudan a profundizar este concepto de comunicación.
"La evangelización, anuncio del Reino, es comunicación" (Puebla 1063)
"La comunicación como acto social vital nace con el hombre mismo" (P. 1064)
"La Evangelización, anuncio del Reino, es comunicación, para que vivamos en comunión.......Cada persona y cada grupo humano desarrolla su identidad en el encuentro con otros....Esta comunicación es camino necesario para llegar a la comunión. (Santo Domingo 279).
b) Comentario
Para explicar qué entendemos por comunicación voy a repetir lo que ya dije en otra publicación introduciendo algunas correcciones y agregados.
1. ¿De qué Comunicación estamos hablando?
El texto que comentamos comienza en el n. 279 repitiendo una frase ya dicha en Puebla: “La Evangelización, anuncio del Reino, es comunicación” (Puebla 1063), a la que Santo Domingo ha añadido: “para que vivamos en comunión”.
Vamos a detenernos en esta primera cláusula, porque hay en ella tres elementos básicos que nos hacen ver cómo se entiende aquí la comunicación, su dinámica misma.
Los tres elementos son:
Anuncio del Reino
comunicación
y comunión
Aunque aquí se nos habla del “Reino”, vamos a hacer nuestro primer análisis en una dimensión solamente antropológica. Posteriormente ya lo veremos en su dimensión teológica.
Ahora, para la mirada antropológica, nos basta considerar el Reino como “misterio”. El anuncio del Reino, lo consideramos, de momento, como “anuncio del misterio”.
Claro está que la pregunta inmediata es: ¿a qué estamos llamando misterio dentro de la realidad antropológica? El misterio de cada persona es su interioridad. Ese mundo que se compone de las decisiones, de los anhelos, rechazos interiores etc. Ese mundo en el que nadie puede entrar para ver lo que es y, más aun, nadie puede mostrarlo a los demás para que lo vean.
Ese mundo de mis decisiones libremente tomadas, lo que yo quiero, está en mi interior, nada más, y por más esfuerzos que haga, yo no puedo hacer que los demás vean mi voluntad. Ese mundo es mi misterio. Además es lo más mío que tengo, es lo que o decido. Lo que está fuera de esa interioridad no depende tanto de mí, no es tan mío, aunque ciertamente pueda tomar decisiones que influyan, en cierto modo, sobre esa realidad que no es mi interioridad. Podríamos decir que cada persona, en la medida que más sabe desarrollarse como persona libre, más hace crecer su interioridad y mayor es “su misterio”.
Lo que acabamos de expresar puede producir una primera reacción muy negativa, puesto que alguien podría plantear que si no puede verse la interioridad del otro, entonces no le puede conocer. Nos diría: sólo puedo conocer lo externo, lo corporal, pero lo más profundo suyo, lo más suyo no lo puedo conocer. Por tanto, no puedo conocer a la persona como tal.
Desde luego, ésta es una objeción muy fuerte para aquellas personas que piensan que la única forma de conocer es la empírica, la científica, la forma que corresponde para el conocimiento de los objetos, los cuales no tienen interioridad, no esconden nada. Pero los sujetos son personas, y no objetos. Entramos en otro mundo.
El mundo de las personas es el de las relaciones personales y para que estas se den es necesario que cada uno actúe como persona y trate al otro como tal, lo que lleva consigo el uso de la libertad, esto es, de la interioridad.
Yo soy el dueño de mi interioridad y, aunque no puedo hacer que alguien vea mi voluntad, sí puedo decirle lo que hay en ella. Puedo manifestar mis decisiones. Mi voluntad no se ve, pero mis manifestaciones sí pueden verse y oírse. Esa manifestación es el “anuncio de mi misterio”. Es decir, esa manifestación es mi “revelación”. Revelo mi interioridad.
Esta revelación, en su expresión completa, tiene signos (los hechos) y palabras (los dichos) que se relacionan esclareciéndose mutuamente.
Si no almuerzo, quienes están conmigo pueden ver que no almuerzo y pueden pensar que no tengo hambre, que estoy enfermo, que quiero adelgazar... Ahora bien, si digo “estoy haciendo huelga de hambre porque han atropellado mis derechos”, estas palabras hacen ver el sentido de mis hechos. Por el contrario, cuando solamente hay palabras, pero no existen hechos, no se ve claro hasta dónde llega lo que realmente quiere quien habla, y cuando no hay coherencia entre los hechos y las palabras, se produce la desconfianza y la duda sobre la realidad interior de esa persona.
Pero el problema está más allá de la coherencia entre los “signos y palabras”. El hecho es que aunque una persona sea muy coherente en sus palabras y en sus signos, la verdad es que, a pesar de ello, yo me quedo sin ver realmente su interioridad y puedo pensar que su coherencia es debida a ficción, porque le interesa aparentar, etc. etc.
Estamos llegando al punto medular. La revelación de la interioridad es un obsequio, que se hace, por tanto, libremente, a quien uno quiere, porque quiere y cuando quiere. Pero este obsequio sólo puede ser recibido con otro obsequio. Es el obsequio de la confianza en el otro. Es creer en el otro y nada más, este es el “obsequio de la fe”. Es abandonarse en el que revela. Es otro obsequio de interioridad que se manifiesta al expresar la acogida.
La comunicación a la que aquí nos estamos refiriendo requiere dos actos libres: el acto de “manifestar” interioridad (obsequio de la revelación) y el acto de “acoger” la manifestación, el “creer en el otro” (obsequio de la fe). Comunicador es el que se revela y comunicador es el que cree, el cual al manifestar su fe se convierte en revelador y, a su vez, el primer revelador se convierte en creyente de la acogida brindada por el otro.
Por lo dicho, ya se entiende que no se puede llamar comunicación al acto en el que una persona manifiesta su interioridad sin decidirlo libremente. La persona que expresa sus decisiones porque la están torturando, o porque con diversos métodos psicológicos le “sacan” todo, ha dado una información, pero no ha hecho un acto comunicativo, no ha habido ningún obsequio. Al contrario ha habido un atropello. Tampoco hay comunicación cuando lo que se manifiesta, aunque sea libremente, es con intención de hacer daño. Eso no es camino de comunión.
Volviendo ahora a los tres elementos básicos a los que nos referíamos al comienzo diremos:
El “anuncio del misterio”, la revelación de la interioridad, es el primer paso del proceso comunicativo, entendiendo la “revelación” como acto libre, y está orientado a suscitar la “fe”, la cual solamente tiene sentido como acto libre, como obsequio del que acoge la revelación.
La comunicación es todo el proceso de revelación de una persona y fe en otra, u otras, que a su vez manifiestan su acogida. La comunicación es el camino para la comunión.
Podemos decir, entonces que la comunicación es el proceso (con hechos y palabras) por el que una persona hace revelación obsequiosa de sí misma a otra que acoge con el obsequio de la fe, produciendo así el encuentro entre ellas (la comunión). El proceso de información, con todo lo que lleva consigo (emisor-receptor, etc.) es necesario pero insuficiente.
La comunión es el resultado del encuentro producido por la acogida libre a quien libremente se manifestó.
Si voy con mi amigo y nos detenemos a ver la puesta del sol, es cierto que los dos hemos visto lo mismo. Incluso, al conversar después, si solamente expresamos lo objetivo, vamos a decir lo mismo: “a tal hora, entre aquella isla y aquella otra, el sol se puso en el mar”. esto es lenguaje objetivo, todo comprobable, es lo empírico. Aquí no hay comunicación, podemos intercambiar la información y reaccionar frente a ella y puede ocurrir que no me interese más. Pero tengo que darme cuenta que ese intercambio de información no es un encuentro de personas y que aunque la información es muy importante es insuficiente para el camino de la realización como persona.
Veamos. Si yo soy poeta y quiero obsequiar a mi amigo, después de la puesta del sol que hemos contemplado juntos, voy a expresar con un poema lo que, según mi sensibilidad, he producido en mi interior y voy a hablar de las nubes de oro y de sangre, mientras el sol se bañaba en el mar, que a su vez se hizo fuego con los reflejos etc. etc.. y con todas las imágenes que pueda voy a tratar de proyectar, esto es, de revelar mi interioridad. Después, mi amigo, para responderme va a hacer lo mismo. Pero como él es músico, su sensibilidad no le ha hecho ver el sol con nubes de sangre ni de oro. El lo ha vivido todo lleno de acordes armónicos y melodías contrastadas, que me las expresa tocando un instrumento musical.
Si los dos acogemos nuestras mutuas revelaciones, habremos producido la canción que supera a mi poema y que supera a las melodías de mi amigo. Esta canción es la convivencia, es la tarea permanente de cada día y que tenemos que construir entre todos. La comunicación así es responsabilidad de todos. No es simplemente un derecho, es una obligación.
Por el contrario, si yo no acojo al músico y me burlo de él pretendiendo hacerle creer que lo que vale es la poesía y que la música es una tontería, puede ocurrir que el músico reaccione con la misma actitud de suficiencia y peleemos. O también podría ocurrir que el músico se acompleje creyendo el desprecio que he hecho de la música por lo que intentará hacer poesía sin tener sensibilidad de poeta. Su poesía, por tanto, será mala y al recibir nuevas burlas se verá reducido a un cadáver ambulante. como músico, lo que él es, no es acogido y como poeta no vale. Yo he convertido a mi amigo en un cadáver mientras yo me emborracho en mi repugnante narcisismo. Así jamás habrá canción.
En un tratado sobre comunicación tendríamos mucho que decir a partir del planteamiento que hemos hecho de comunicación. No es el lugar para ello. No obstante quiero hacer alguna observación que considero importante para lo que tenemos que decir después.
1º- El hecho de "revelar" es un acto de entrega, es poner en ejercicio la "buena voluntad" que hay en el interior. Por ser donación, regalo, es gracia y el hecho de hacerse "gracia" hace crecer a quien la ejercita y estimula, además, al "agraciado" por el hecho de sentirse sujeto.
2º- Del mismo modo el "creer", el acoger al otro (su misterio) también hace crecer al que realiza ese acto de fe e igualmente estimula al "acogido" por el hecho también de ser considerado como sujeto (sujeto de confianza).
Es decir en la comunicación auténtica, los dos crecen, se enriquecen mutuamente y se estimulan a crecer más. En el ejemplo de la canción, el poeta, por el hecho de sentir que su poesía ha sido escuchada, él se siente acogido y, por sentirse sujeto para alguien, se siente estimulado a crecer, además de lo que creció dándose. Pero, al mismo tiempo, él es capaz de decirle al músico: "yo no entiendo de música pero vete tú a los conciertos.
Cuanto mejor músico seas tú, mejor será nuestra canción". Por su parte, el músico va a reaccionar igual y le va a decir a su amigo: "eso mismo te digo. Yo no entiendo de poesía pero vete tú a los certámenes literarios. Cuanto mejor poeta seas tú, mejor será nuestra canción".
Sabemos que en la realidad todo esto no es tan bonito. Nuestros bloqueos, nuestras desconfianzas, nuestra falta de "buena voluntad" y otras muchas dificultades hacen que la comunicación auténtica sea realmente algo costoso. Somos muy crueles al no entregarnos y al negar la acogida al que se entrega.
Es más, solamente en el cielo llegaremos a comunicarnos plenamente. Cuando nos veamos "tal como somos", cuando veamos nuestra interioridad y que de verdad tenemos buena voluntad, es decir cuando veamos sin necesidad de revelación alguna, directamente, cara a cara, que de verdad nos queremos, porque así veremos a dios mismo, entonces la comunicación llegará a su plenitud.
Es una realidad escatológica en la que ya vamos avanzando con esfuerzo. Cada uno experimenta dificultades para entenderse en su propia interioridad y con frecuencia no sabe cómo manifestarla adecuadamente para que el otro entienda bien.
2. El "anuncio del Reino"
Al comenzar el apartado anterior, hacíamos un traslado de planos, reduciendo "el Reino", a un plano puramente humano y a una sola dimensión del sentido de "misterio". Me parecía que era conveniente hablar de nuestra realidad y experiencia para poder aplicar después la analogía al referirnos a Dios, a quien sólo podemos conocer por analogía.
Era necesario, además detenernos un poco en el planteamiento que hemos hecho sobre comunicación, si queremos entender lo que se está planteando en Santo Domingo.
Volvamos a la primera frase del texto: "La Evangelización, anuncio del Reino, es comunicación", ya hemos dicho que hasta ahí, la frase es de Puebla (n. 1063).
Se trata del anuncio que hace el misionero a los hombres y mujeres de todas las épocas y de todos los pueblos. "Dios tiene buena voluntad para todos". "Dios está queriendo a todos, salvándolos en Cristo".
Esto es lo que de un modo u otro anuncia el misionero, el testigo que ha experimentado esa realidad y la conoce e invita a todos a participar en ella. El misionero se lo dice a todos y a cada uno en particular. "Dios te quiere a ti, en particular, y te llama".
Ahí se presenta San Juan: "lo que hemos visto y oído" "lo que hemos visto con nuestros
ojos, lo que hemos mirado y nuestras manos han palpado acerca del Verbo que es Vida"
(1 Jn. 1.2). Nosotros que hemos experimentado la Vida de Dios, su interioridad que se ha manifestado les anunciamos todo esto a ustedes para que vengan y lo palpen ustedes también, "para que vivan en comunión con nosotros, y nuestra comunión es con el Padre y su hijo Jesucristo" (1 Jn. 1.3)
En resumen, Juan nos está diciendo que Dios se ha manifestando y ha venido a vivir con nosotros y que nosotros podemos vivir con El. Juan se presenta como testigo que ha experimentado esta realidad. Creo que es importante añadir el versículo siguiente: "y les escribimos esto para que tengan alegría perfecta" (1 Jn. 1,4). Me parece que esta frase la podríamos decir hoy día de esta forma "les decimos esto para que lleguen a realizarse plenamente" o "para que lleguen a ser verdaderamente felices".
La comisión que hizo las primeras versiones del texto sobre comunicación quiso dar especial fuerza a esta figura del misionero que anuncia a todos "el Reino". Para ello había colocado en alguna de las versiones aquel texto de Isaías: "¡Qué hermosos son sobre las montañas los pasos del que trae la buena noticia, del que proclama la paz, del que anuncia la felicidad del que proclama "la Salvación" y dice a Sión: "¡Tu Dios reina!" (Is. 52,7) En el proceso desapareció esta cita.
Lo que es necesario tener presente es que además de plantear la comunicación sobre la dinámica de la revelación y la fe, se plantea, por ello mismo, como camino para la comunión. La misión (Evangelización) es para la Comunión y a su vez la Comunión es la fuente para la Misión. Tener la comunión como centro y núcleo para todo lo que se refiera de alguna forma a la comunicación, no sólo la evangelización explícita, sino la solidaridad, la convivencia, la cultura...da una fuerza especial a todo ello por lo que significa como refuerzo humanizador e, incluso, para el camino de santidad, como veremos después.
c) Algunas conclusiones
+ La comunicación solamente es posible entre personas, sólo las personas tienen interioridad con posibilidad de dar sentido y de regalar.
+ La comunicación, en cuanto requiere expresar la interioridad, le impulsa a cada uno a conocerse a sí mismo, si quiere comunicarse con sinceridad.
+ La comunicación, en cuanto es regalo libre, tiene mayor profundidad cuanto mayor sea la libertad interior de quien regala (libertad de miedos, de ambiciones, etc. sin el miedo de quien regala para liberarse de algo, sin la ambición de quien regala para obtener algún beneficio, etc. que conllevan un grado de búsqueda del propio interés).
+ La comunicación enriquece doblemente a la persona ya que, como ejercicio de donación, hace crecer en la capacidad de entrega, hace que el corazón sea más grande y, por otra parte, como acogida del aporte del otro, se adquiere algo nuevo.
La comunión es necesaria para la realización como personas. Nadie está hecho para la soledad. El encuentro profundo de las personas está más allá del encuentro de emociones o sentimientos.
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